Carlos Mayoral: El último enigma de la muerte de Lorca es hallar sus restos
Madrid/Madrid, 25 mar (EFE).- Uno de los últimos enigmas sobre Federico García Lorca es encontrar sus restos, afirma Carlos Mayoral, autor de la novela “Yo no maté a Federico” (Espasa) sobre la muerte del poeta en Granada, en 1936 al poco de comenzar la Guerra Civil.
Mayoral es pesimista y teme que no se encontrarán, porque como explica en una entrevista con EFE, “hay quien dice que la familia debió saber algo cuando llegó a un acuerdo con el régimen franquista para recuperar la obra de Federico. Es decir, que no debe ser imposible encontrarlos si se pone la voluntad necesaria”.
“Si hemos localizado a Cervantes, enterrado tres siglos antes, ¿cómo no vamos a encontrar a Lorca? Su cráneo era bastante particular, se sabe el cinturón que llevaba. ¿No se ha podido o no se ha querido encontrar?”, se pregunta Mayoral.
En la novela hay dos líneas narrativas complementarias, el asesinato del poeta y la historia del joven pianista Germán Monteverde, al que García Lorca ayuda en sus inicios cuando es un humilde repartidor y se acerca hasta La Huerta de San Vicente para recoger el jornal.
“Escucha entonces las notas de piano de “Claro de Luna” de Debussy tocadas por Lorca, y en ese momento cambia su vida. Creo que es el leitmotiv de la novela, que se extenderá por toda la narración: hasta en los momentos más oscuros de posguerra, cuando todo te ha abandonado, quedan esas notas, esa cultura a la que agarrarse”, explica el novelista.
Otro personaje importante es el del capitán Nestares, basado en un personaje real, y al que le caracteriza una ambigüedad moral y política, “porque la historia tiende a etiquetar a los seres humanos como buenos, malos, azules o rojos, es decir tiende a eliminar los matices, a eliminar esas ambigüedades”.
“Cuando uno observa la historia de lejos, claro, Nestares es “el malo”. Se levantó contra un régimen democrático y además está involucrado en el asesinato del mejor poeta del siglo XX, pero cuando acercas la lupa y ves que intentó salvar a decenas de gentes “de izquierdas” escondiéndolos en su regimiento, que dio cobijo a muchos durante la posguerra, encuentras la ambigüedad que marca a todo ser humano”.
Pero el verdadero motor de la novela es que la cultura está por encima de cualquier contexto político.
“Me interesaba marcar dos contextos muy diferenciados para demostrar que el duende de Federico y, por herencia, de Germán sobrevive a ellos: por una lado, la maravillosa pléyade cultural de aquellos primeros años 30, con Unamuno, Ortega, Machado, las Sinsombrero, Picasso, Dalí, Valle-Inclán o María Moliner… y por otro esa posguerra gris, de silencio, donde, como decía Buero Vallejo, ya no es que no te dejasen crear, que también, es que ni siquiera te apetecía. El duende de Germán y de Lorca sobrevive a ello”, añade.
La idea de la novela surgió cuando le llamó un amigo y le dijo que el abuelo de su mujer había matado a Lorca.
“Tras el shock inicial, descubro que se trata de la familia Nestares, el responsable de la colonia donde fue asesinado Lorca. Es entonces cuando me pongo en contacto con ellos, y me empiezan a contar”, dice Carlos Mayoral.
El novelista afirma que “había testimonio escrito del capitán Nestares sobre los últimos días de Lorca, sobre cómo murió, dónde fue enterrado… Y no sólo eso, también sobre cómo era Federico en lo cotidiano, pues Nestares y el poeta nacieron el mismo año, 1898, crecieron en Granada, estudiaron en los mismos lugares, jugaron juntos…”
Carlos Mayoral entendió que esto tenía que novelarse, “así que ese trágico cruce de vidas fue lo que terminó de espolear la novela”.
La muerte de Lorca se debió a factores políticos y como apunta en la novela el capitán Nestares, envidias y rencores.
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